LOS NUEVOS LENGUAJES

Siempre había pensado que mi conocimiento del castellano era lo suficientemente extenso como para permitirme la perfecta comprensión de cualquier cosa escrita ó hablada en éste idioma. Y esto ha sido así hasta hace unos pocos años.
Debo dejar aparte el argot de algunos ambientes juveniles que, por razones de edad, me pillan un poco más lejanos, y donde, por ejemplo, la palabra “tío” ha perdido su significado familiar para convertirse en un reiterativo apéndice de cualquier frase (por corta que ésta sea), y que permite curiosas combinaciones, como: “tío, me abro”.Como se ha llegado a convertir en conceptos sinónimos “abrirse”, con “marcharse”, es algo absolutamente incomprensible para mí.
También hay que dejar aparte el peculiar lenguaje de Internet, que nos ha enseñado que “arroba”, ya no es solo una antigua medida de peso, y que “emilio” no tiene que ver necesariamente con nuestro vecino de toda la vida del segundo derecha. Sin olvidarnos de esa frase entre cibernética y mística de “bajar información”, como si de las alturas celestiales cayera sobre nosotros una especie de “maná” informático.
Con los nuevos tiempos, nuestro lenguaje corriente se ve adobado con expresiones que nada tienen que ver con nuestra rica y hermosa lengua, y aunque supongo que en algunos casos resulta inevitable, sería bueno que procuráramos cuidar la pureza de nuestro idioma, evitando sobre todo la excesiva y peligrosa colonización del inglés.
Un buen día me entero de que algún programa de televisión que me apetecía ver, ha sido trasladado a un horario imposible, convirtiéndolo en un “Late Show”, ya que lo han desplazado del “prime time”, debido a que el temible “share” lo ha dejado fuera de combate, y por supuesto el “business” de la publicidad es lo que manda.
Aún recuerdo cuando irrumpieron en nuestra vida con arrollador impulso las “stock options”, que podían haber sido tan ricamente denominadas por su nombre castellano “opciones sobre acciones”.
No tengo nada en contra del conocimiento de otros idiomas, al contrario, ¡ojalá todos supiéramos hablarlos!, pero evitemos el papanatismo de utilizar expresiones foráneas, cuando tenemos equivalentes, seguramente más ricos en nuestra hermosa lengua castellana.

Entradas populares