Creo que todos estaremos de acuerdo en que ser médico no es un trabajo como otro cualquiera. Tiene de común con el resto de las actividades laborales el hecho de que quien lo ejerce pretende vivir de su trabajo, pero creo que ahí acaban las similitudes.
Quien elige ese “oficio” siempre debería hacerlo llevado de una clara vocación de servicio a los demás. Si no es así, ni resultará buen médico, por muy buena técnica que tenga, ni su actividad profesional le resultará gratificante moralmente.
Cualquier rama de la Medicina llevará consigo tragos difíciles y situaciones duras, pues cuando se tiene “entre manos”, lo más preciado que todos tenemos que es la salud, y en definitiva la vida, la cosa es muy seria, Pero es cierto que al lado de esas situaciones, los médicos viven otras que pueden ser muy satisfactorias. Que puede haber más feliz que traer un niño al mundo, o decirle a un paciente que la intervención ha salido bien, o que va mejorando, o a un familiar angustiado que sus temores eran infundados y que su hijo o su esposo o su madre, solo tienen algo leve. Siempre en la práctica de la Medicina, existe la posibilidad de salvar la vida y la salud.
Pero existen otros médicos que tratan a las personas, cuando estas ya no tienen ninguna esperanza de recuperación, cuando ya la Ciencia ha hecho todo lo posible por atajar un mal que inexorablemente va a terminar con su vida, y solo queda el alivio del dolor físico y el dolor moral del paciente y de su familia.
Esos profesionales que conviven diariamente con el dolor más extremo, con la desesperanza más absoluta y que supongo que volverán a su vida, a su casa, con un amargo sabor en el corazón, haciendo un esfuerzo por remontar esa sensación.
Me parece algo tan duro, tan difícil de superar, que creo que solo gente muy vocacional, y con una gran fuerza moral podrá sobrellevarlo.
Recientemente, y con motivo del fallecimiento de la madre de una amiga, al hablarme ella de las visitas que la habían realizado los profesionales de Cuidados Paliativos, que la habían atendido con eficacia y cariño hasta prácticamente la víspera de su muerte, me dio por reflexionar sobre el día a día de estos médicos y enfermeras que ejercen la Medicina con dedicación, y siempre al lado del dolor.

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