SABOR LATINO

Que todo lo latino está de moda resulta indudable. Por otra parte, la grata “invasión” de ritmos, bailes y artistas con el toque caliente del Caribe es más que evidente. Hasta Hollywood, antes feudo casi exclusivo de los actores norteamericanos, ha caído bajo el encanto de ésta estética
En nuestro país, ya latino en sí mismo, ha tenido gran acogida todo lo que lleva el marchamo de “salsero”, muy especialmente si viene de Cuba; Todo lo que procede de la isla parece atraer de forma irresistible a todo el mundo.
Desde los frecuentes viajes para visitar sus bellezas paisajísticas y conocer de cerca un pueblo de indudable atractivo humano, pasando por aquellos para los que Cuba resulta políticamente un lugar de culto, hasta esos otros viajeros donde al parecer prima el llamado “turismo sexual”, Cuba se ha convertido en un destino deseable para mucha gente.
Incluso hace no demasiado tiempo, parecía existir en algunas de nuestras famosas ó famosillas, una marcada tendencia a “importar” jóvenes y generalmente espléndidos cubanos, de cuyo brazo se lucían orgullosas de regreso a nuestro país.
Sin embargo nunca he tenido más clara la gran influencia que el Caribe parece ejercer en nuestro vivir cotidiano, que al descubrir entre los anuncios de un periódico, publicidad de un autodenominado “Santero cubano” que nos ofrece su intercesión (y sus teléfonos), para solucionar un gran abanico de posibles problemas, a saber: Salud, mal de ojo, amor, problemas laborales, é incluso impotencia sexual.
Que nuestros más milagrosos santos tradicionales (entre los que al parecer se encuentra en lugar preferente San Judas Tadeo, a quién a menudo encuentro en las páginas de los periódicos como receptor de agradecimientos de los beneficiarios de sus favores), que nuestros santos digo, tengan que competir con las prácticas de la santería cubana, me da clara idea de la imparable irrupción de nuevos modos y costumbres caribeños en nuestra vida.
Por cierto que en él, sin duda amplio espectro de remedios que nos ofrece el buen santero, echo de menos un remedio efectivo para que los programas televisivos interesantes no nos sean ofrecidos a horas imposibles que nos obligan ó bien a trasnochar excesivamente ó bien a prescindir de ellos. Y puestos a pedir en el plano televisivo, también me gustaría conseguir que los tertulianos de algunos programas de debate político no se enfrentaran como gallos de pelea, sin admitir ni por un momento que el contrario tenga algún atisbo de razón. El santero debería ponerse a trabajar en ello

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