BRUTAL CONTRASTE

Hace unos días visité el “punto limpio” instalado en el pueblo en el que vivo, y tuve la ocasión de comprobar la multitud de cosas que desechamos los que pertenecemos a éste dilapidador y consumista “primer mundo”.

Ya en aquel momento y a la vista de todo aquello: puertas de madera, juguetes, lámparas, muebles y todo tipo de objetos, no pude por menos de pensar que todas aquellas cosas son algo inalcanzable para muchas personas.

Un reportaje de televisión que recientemente nos mostraba en toda su cruda imagen, a un numerosísimo grupo de niños de la India, rebuscando entre montañas de basuras durante horas para lograr encontrar algo “vendible”, devolvió a mi memoria y a mi sensibilidad, la sensación de inmensa injusticia que sentí en el “punto limpio” al contemplar nuestros desechos de afortunados.

Ya sé que en estos temas es fácil caer en la demagogia, pero realmente la desigualdad es tan brutal, que resulta difícil no sentirse culpable por pertenecer a una sociedad tan injusta. ¿Y saben lo que más me impresionó del reportaje?, la sonrisa de un niño que en una de las imágenes miraba a la cámara desde el vertedero, recogiendo en su saco la miserable mercancía, con sus pequeños pies casi desnudos entre las inmundicias, mientras en nuestros desperdicios se amontonan zapatos y juguetes que él nunca llegará a conocer.

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