Mirar Segovia

Es Segovia ciudad para ser paseada tranquilamente, disfrutando de su encanto antiguo y de sus rincones inigualables. Nada hay más contrario a su hermosa esencia que la prisa, ó la invasión, tan molesta como inevitable, de los automóviles.

Pero hay ocasiones en qué, buscando sus diferentes caminos y perspectivas, se puede tener el privilegio de contemplar una Segovia silenciosa, apacible y casi solitaria.

Pocos espectáculos pueden ser más gratificantes para los que amamos ésta ciudad, tan vieja como bella, que el que nos ofrece su espléndida periferia contemplándola desde los altos del Parral al atardecer, bañada por esa luz especial del sol en su ocaso, cuando el paisaje queda quieto, como dormido, cuando la sierra toma ese mágico color violeta, y todo ese bellísimo conjunto que forman la Catedral, las torres de sus iglesias y el Alcázar, adquieren un fantástico tono dorado.

O tomando la foto al revés, asomarnos desde sus murallas y dejar vagar nuestros ojos en el amplio horizonte que abarca, desde la sierra (otra vez la sierra), coronada de nieve, hasta la majestuosa estructura del Parral, dejando en medio la torre de San Lorenzo que se nos ofrece llena de encanto, rodeada de las casas del barrio, y deteniendo nuestra atención en la espadaña del Convento de la Santa Cruz con dos cigüeñas, inquilinas fieles y perpetuas.

Esta mañana hay alguien en alguna huerta ribereña quemando algún resto vegetal, y el humo asciende perezosamente, enredándose en las ramas de los árboles de la Alameda, y el río deja correr sus aguas con más mansedumbre, serenada ya la alborotada corriente de los días pasados, en que el rápido deshielo y las abundantes lluvias, le hacían precipitarse ruidosamente bajo los puentes.

Y sobre todo y sobre todos, a modo de hermoso y envolvente manto, ese cielo de Segovia, que abraza bajo su luz tan especial toda la belleza de éstos paisajes de nuestra preciosa ciudad, verdadero deleite para el espíritu de quién sepa mirarlos con el corazón.

Entradas populares