EL SENTIDO DEL RIDÍCULO

Es este sentido, el del ridículo, una utilísima arma que la Naturaleza nos concede a los humanos. Arma que bien utilizada, (los excesos tampoco son convenientes, ya que nos impedirían expresarnos y manifestarnos con naturalidad), impide que nos pongamos en evidencia ante los demás.
Viene esta reflexión al caso de que, una vez superada aquella ridícula broma de hacer que Televisión Española fuera representada en Eurovisión, por ese extraño personaje que respondía al curioso nombre de “Chiquilicuatre”, yo creía que nunca más iba a tener que avergonzarme de que el nombre de España se viera ligado al esperpento.
Pero estaba equivocada, el afán de conseguir audiencia a cualquier precio, llevó de nuevo a una cadena televisiva, a organizar una mamarrachada de aún mayor calado: nada menos que intentar llevar a Eurovisión a Karmele Marchante, peculiar periodista del corazón, cuyo único mérito musical radica en tener absolutamente atrofiado el antes mencionado sentido del ridículo.
Afortunadamente Televisión Española ha impedido que semejante desatino progrese, y aunque, sorprendentemente, fue votada por bastantes televidentes de esa cadena (por razones para mí inexplicables), se ha restablecido el sentido común.
Señores, hacer el ridículo, y menos “por ahí fuera”, lo menos posible.

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