Salvemos el cuento de hadas

Erase una vez una ciudad preciosa, poseedora de rincones encantadores por donde era un verdadero gozo pasear. Albergaba más de una veintena de iglesias románicas del siglo XII y XIII, bonitos conventos, callejuelas con hermosos caserones, torreones que guardaban entre sus viejas piedras la historia de su antigua cultura y sus tradiciones antañonas. Tan preciosa era que fue declarada “Patrimonio de la Humanidad”.
Su espléndido Acueducto romano, causaba la admiración de todos cuantos la visitaban, y la hacía conocida por todo el mundo. Su majestuosa Catedral, denominada la “dama de las Catedrales” y enclavada en la Plaza Mayor, era otro bonito referente de la ciudad. 


Siendo todo este fantástico bagaje digno de querer y admirar por parte de los segovianos, existía un paraje especialmente apreciado por propios y extraños, un lugar realmente mágico, un entorno que siempre merecía los más encendidos elogios de quien lo disfrutaba, y que propiciaba que se dijera una frase que, aunque mil veces repetida, siempre le parecía nueva a quien la pronunciaba: “parece un cuento de hadas”. 
Quien conozca Segovia ya sabe que me estoy refiriendo a ese lugar encantador que, desde el barrio de San Marcos, nos permite disfrutar de la contemplación del Alcázar segoviano. Si alguien no lo conoce, (aunque siempre me quedaré corta), voy a intentar que visualice mentalmente el sitio. 
Una explanada cubierta de verde césped, por cuya parte derecha corre nuestro río Eresma, entre chopos y arbustos. A su espalda una deliciosa Alameda, acoge el Santuario de nuestra Patrona, la Virgen de la Fuencisla. En la parte izquierda se encuentra el convento de los Carmelitas, en cuya iglesia se halla el sepulcro de San Juan, poeta y santo. Algo más allá se levanta la magnífica iglesia de la Veracruz. Y como maravilloso broche final, aparece, arrogante y misterioso, un hermoso castillo, que desde ese punto nos traslada efectivamente, a la magia de los cuentos de hadas. Desde allí podemos disfrutar también de la torre mozárabe de la iglesia de San Marcos, pequeña y coqueta, que quizá sea la más antigua de Segovia. 
Pues héteme aquí que, en este idílico lugar, se está levantando, sobre el solar de una antigua carpintería, y propiciado por, un más que discutible a la vista del resultado,” Plan Especial de San Lorenzo y San Marcos”, aprobado en su día por el Ayuntamiento de la ciudad, con el beneplácito de la Junta de Castilla y León, se está levantando digo, como un verdadero exabrupto arquitectónico, con un impacto visual demoledor, un edificio que si algo o alguien no lo remedia va a impedir la plena contemplación del Alcázar y de San Marcos, y va a quedar como una auténtica chapuza de la que tendrán que avergonzarse todos aquellos, que pudiendo hacer algo por evitarlo, no lo hagan. 
Entre la alarma e indignación de Asociaciones de vecinos, de Patrimonio, de segovianos particulares, y en general de todas las personas con ojos en la cara y sensibilidad en el ánimo, las autoridades de uno y otro “lado” se tiran las responsabilidades a la cabeza, mientras el bodrio sigue adelante, ¡por favor que alguien lo impida!.

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