"VER" SEGOVIA

Hay calles en Segovia que rezuman una especie de encanto antiguo, como si, a pesar de estar inmensa en el siglo XXI con todas sus modernidades, y sobre todo a pesar de estar sometida al casi insufrible imperio de los automóviles, la ciudad se resistiera a abandonar el sabor de su rico pasado.
Existen rincones solitarios, casi mágicos, en los que por un momento y utilizando la imaginación, puedes trasladarte a muchos años, y aún siglos, atrás, y no te extrañaría ver aparecer por un recodo a un viejo judío de larga barba, o a un recio labriego vestido a la antigua usanza y subido en su cabalgadura. Son momentos fugitivos, pues enseguida el ruido de un motor o la aparición de alguien que, naturalmente, presenta un aspecto muy distinto a esos personajes, rompe el clima, devolviéndote a la realidad.
Éstas son las calles para mí más hermosas, los rincones con un encanto más irresistible y que procuro mirar con ojos “forasteros”, intentando no perder en la rutina de lo cotidiano, esa sorpresa admirada que nos produce la belleza cuando la contemplamos por primera vez, esa frescura del encuentro, que se refleja en las caras de quienes vienen de fuera para admirar nuestra querida y vieja Segovia.
Tenemos la suerte de poder disfrutar de una ciudad hermosísima, no permitamos que el hábito y la rutina de la costumbre nos haga mirarla sin “verla”.

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