El Sauce y el Río



Dejando adivinar su tronco verde,
cubierto a medias por sus hojas nuevas,
la caricia del viento que le mece,
al árbol hace que sus ramas mueva.

El sauce en la corriente se miraba
del río fugitivo qué, cantando,
dejaba deslizar allí sus aguas,
mientras él, prisionero en sus raíces,
viajes hacia el mar siempre soñaba.

Llévame, río amigo, con tu espuma,
llévamé, río amigo, donde vayas,
no me dejes aquí, un día y otro,
mientras buscas fugaz, bajo mis ramas,
un destino lejano que no veo,
un destino lejano, mientras cantas.

Quiero ver que hay allí, donde con tanta
alocada ilusión tú te me escapas.
Me dices que es el mar, lo que te espera,
me dices que es el mar lo que te llama

Mas no sé que es el mar, mi río amigo,
nunca salí de aquí, de ésta enramada,
y me lleno de pena cuando pienso,
que atado estoy aquí, mientras tú pasas.

Y el río que pararse no podía,
porque otras aguas nuevas lo empujaban,
al sauce no podía responderle,
apenas . . . “voy al mar” . . . le contestaba,

Más le hubiera gustado así explicarle:
“Sauce amigo, mi mar tiene dos caras,
me atrae como un destino inevitable,
pero voy a morir entre sus aguas.

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