El sol, ya en el ocaso, desprendía
un rayo fugitivo que bañaba
El alto torreón del Homenaje.
La tarde perezosa que envolvía
en violetas y azules el paisaje,
se enredaba en los muros del Castillo
cubriendo ya de sombras el paraje.
El lejano horizonte conservaba,
sin resignarse aún a oscurecerse,
una postrera luz anaranjada.
A lo lejos, la masa de los pinos,
pone verde barrera al horizonte,
y del río, la cinta plateada,
apenas se divisa bajo el monte.
Atardece despacio y suavemente
por las tierras hermosas de Castilla,
que reciben la noche dulcemente.
Cauca romana en Tierra de Pinares,
bello vergel, adorno de éstos lares.
un rayo fugitivo que bañaba
El alto torreón del Homenaje.
La tarde perezosa que envolvía
en violetas y azules el paisaje,
se enredaba en los muros del Castillo
cubriendo ya de sombras el paraje.
El lejano horizonte conservaba,
sin resignarse aún a oscurecerse,
una postrera luz anaranjada.
A lo lejos, la masa de los pinos,
pone verde barrera al horizonte,
y del río, la cinta plateada,
apenas se divisa bajo el monte.
Atardece despacio y suavemente
por las tierras hermosas de Castilla,
que reciben la noche dulcemente.
Cauca romana en Tierra de Pinares,
bello vergel, adorno de éstos lares.