El viajero que llega a Segovia por la carretera de Ávila o de Arévalo, casi enfrente del Hospital General, se encuentra a su izquierda, un pequeño altozano coronado por varias cruces y una pequeña construcción a modo de capilla, que forman parte de nuestro paisaje desde los tiempos de Enrique IV (1425-1474). Al parecer cuentan las crónicas que, saliendo de Segovia el Rey, acompañado de su fiel vasallo Beltrán en dirección a Villacastín, supieron que la cita a la que acudían era una trampa, y volvieron a galope de sus caballos en dirección de nuevo a Segovia, y al llegar al pequeño altozano, ya a salvo, el Rey decidió levantar allí una capilla en acción de gracias a la Virgen por el favor recibido. La capilla recibió el nombre de “La Piedad”.
                       En los bellos atardeceres segovianos, cruces y capilla se recortan contra el cielo, y dan lugar a hermosas imágenes, como la de la foto.

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